Maria Fernández Coronel y Arana, más conocida por su nombre religioso de Sor María Jesús de Ágreda (2 de abril de 1602 - 24 de mayo de 1665), abadesa de Ágreda, Soria, nacida y fallecida en aquella ciudad. También conocida como La Venerable, Sor Ágreda, o Monja virago, fue una escritora y monja concepcionista española.
La Venerable (como es llamada aquí en Soria) se llamaba en realidad María Coronel y Arana y era hija de una noble familia agredeña Francisco Coronel y Catalina Arana.
Fue su madre la que convirtió la casa en un convento Concepcionista, albergando en principio a tres religiosas venidas de Burgos, María de Jesús, su hermana Jerónima y la propia Catalina. El padre se refugia en otro convento franciscano de Nalda. Sor María es elegida priora y con sólo 25 años abadesa.Hacia su mayoría de edad, después de cumplir 18 años, una aureola de misterio empieza a envolver a Sor María, que acaba convirtiéndola en un personaje digno de estudio. las llamadas “muertes místicas” en las que durante varias horas permanece inmóvil e insensible a todo tipo de estímulos; estos períodos de tiempo culminan en un éxtasis acompañado de arrobamientos y levitación
Más desconcertante es la leyenda que circula en torno a su figura: Se cuenta que Sor María tenía el don de la bilocación, es decir que, mientras que su cuerpo permanecía en el convento, del que nunca saldría físicamente hablando, su espíritu se despegaba de su persona y viajaba a otros lugares.viajando en más de 500 ocasiones a Nuevo México, Arizona y Texas. Varios documentos del Siglo de Oro atestiguan que predicó la «fe verdadera» a los indígenas de Norteamérica tiempo antes de que fueran bautizados por los primeros misioneros españoles.
Así, fue vista por unas tribus de indios que vivían en la baja California, los xumanas o jumanos, a los que ella se dirigía predicando el Evangelio y hablándoles de Jesucristo, e incluso llevándoles rosarios que distribuía entre los pieles rojas.
La leyenda se quedaría en eso, en leyenda, si no fuera porque existen testimonios escritos por un fraile, el padre Benavides, que nos cuenta en sus crónicas que, al llegar a unos territorios habitados por pueblos indígenas con la intención de catequizarlos y hablarles del mensaje de Jesucristo, se encuentra con la sorpresa de que éstos ya conocían la palabra de Dios, por boca de una extraña dama vestida de azul que se les había presentado varias veces y les había dejado como regalo los mencionados rosarios.
Fray Alonso escribe al papa Urbano VIII y al Rey Felipe IV preguntándoles quien le había precedido en su ministerio, pero no obtiene respuesta satisfactoria hasta 1630 cuando regresa a España y oye hablar de los milagros de Sor María, entonces, deseando conocerla personalmente se presenta en el convento, donde descubre asombrado que el hábito de la monja es azul como el que le describieron los indios.
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